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Este es un ejemplo de la Mineria Verde de El salvador.
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jueves, 23 de julio de 2009
lunes, 13 de julio de 2009
Es importante darle seguimiento a los acontesiomientos que se dan día a día en las comunidades de Cabañas y su lucha por evitar que las grandes empresas mineras se apoderen de sus tierras, de su agua, de su vida....
¿Quiénes estarán detrás de la minería verde?, pregunta el economista Juan Héctor Vidal, en un posdata de su artículo publicado en La Prensa Gráfica, el lunes 26 de mayo de este año.
Su interrogante, sin duda, está motivada por la intensa campaña de propaganda anónima que inunda la mayoría de radioemisoras y canales de televisión salvadoreños. Esta millonaria cruzada publicitaria promueve la supuesta existencia de una minería no contaminante y cuestiona la indecisión del Ejecutivo salvadoreño ante la explotación de metales, contrastándola con el presunto interés que gobiernos de los más variados países muestran por esta nociva industria.
La pregunta del señor Vidal es oportuna para reiterar que los autores de esta ofensiva mediática son empresas extranjeras, como la canadiense Pacific Rim, cuyo propósito es extraer metales preciosos, sobre todo oro y plata, en el subsuelo de Cabañas y el resto de la zona norte del país.
Pacific Rim, junto a otras compañías, como Martinique Minerals y Minerales Morazán, pusieron su mirada en El Salvador, desde mitad de los años noventa, impulsadas por el alza de los precios del oro en el mercado internacional, que ahora rondan los mil dólares por onza.
Esta compañía, con sede en Vancouver, tiene varias licencias de exploración en Santa Ana (Texistepeque y Metapán), Chalatenango (Nueva Concepción) y Cabañas (San Isidro, Guacotecti y Sensuntepeque), donde existen importantes vetas de oro y plata. Además explora otros sitios en San Miguel, Morazán y La Unión.
En octubre de 2005 solicitó el permiso al Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), para explotar la mina El Dorado, en San Isidro (Cabañas), pero hasta hoy dicha cartera estatal le ha negado la autorización, debido a que –en palabras del ex-ministro Hugo Barrera– la minería metálica es inviable en El Salvador, dada su pequeñez territorial, su alta densidad poblacional y su crisis hídrica.
La certera postura del MARN fue respaldada por la Comisión Nacional de Desarrollo (CND), la Conferencia Episcopal de El Salvador (CEDES), las comunidades afectadas y por las organizaciones ciudadanas aglutinadas en la Mesa Nacional frente a la Minería Metálica. Incluso, un grupo de 45 congresistas estadounidenses apoyan esta posición.
Ante esta situación, Pacific Rim implementó una estrategia que incluyó la incorporación del poderoso Grupo Poma como accionista local, representado por Patricio Escobar Thompson. Esto permitió que su esposa, la vicepresidenta de la República, Ana Vilma de Escobar, presionara a favor de la minería, al interior del Ejecutivo.
Sin embargo, esto no funcionó y la indecisión prevaleció en la mayoría de funcionarios de la administración Saca. Pacific Rim entonces, cambió de estrategia y contrató como activistas mineros al economista Manuel Enrique Hinds, al abogado Fidel Chávez Mena y al ex-empleado del MARN Luis Trejo. Además inició una campaña mediática para presionar al gobierno e intentar poner a su favor la opinión pública.
Hinds hizo un "estudio" que destaca los "beneficios" económicos de la minería, centrándose en el incremento del PIB y de las exportaciones. Chávez Mena escribió un proyecto de nueva ley minera, tendiente a superar "las trabas" que Pacific Rim ha encontrado en la actual Ley de Minería. Y Trejo inventó la frase "minería verde", inexistente en el mundo científico.
Esta propuesta de ley es impulsada por los diputados del PCN, –excepto la legisladora suplente María Julia Castillo– y algunos de ARENA, principalmente, Donato Vaquerano, Vicente Menjívar y Mario Marroquín, miembros de la Comisión ad hoc de Minería. Los pecenistas Roberto Angulo, Francisco Merino y Orlando Arévalo, son los promotores más intensos de Pacific Rim. Mientras, los grupos parlamentarios del FMLN y CD se han mostrado en desacuerdo con el cuestionado proyecto de ley.
Lo último que ha hecho Pacific Rim es presionar al Ejecutivo salvadoreño a través de algunas autoridades canadienses. Esto lo confirman representantes de partidos políticos con los que la Embajada de Canadá en nuestro país ha intentado cabildear a favor de la minería. Además, recientemente un alto funcionario canadiense visitó al presidente Saca, pero –curiosamente– los medios de comunicación no informaron sobre el motivo de ese encuentro.
En resumen, la empresa Pacific Rim, el Grupo Poma, el gobierno canadiense, diputados del PCN y ARENA, Enrique Hinds, Fidel Chávez Mena y otras plumas pagadas por Pacific Rim, como Jorge Villacorta, están detrás de la campaña mediática que hace sospechar, con justa razón, a don Juan Héctor Vidal y a todos los salvadoreños y salvadoreñas que nos preocupamos por el país.
jueves, 9 de julio de 2009
El coordinador general de la Mesa Nacional Frente a la Minería Verde, Rodolfo Calles, explica los inconvenientes de la explotación minera.
Desde hace algunos meses, un curioso anuncio de radio y TV recomienda a la población salvadoreña la denominada “minería verde”, una propuesta en teoría moderna y ecológica, cuyos autores prefieren quedarse en el anonimato, sin dar mayores detalles. La Mesa Nacional Frente a la Minería Verde conoce bastante de la temática y más bien la considera una estratégica falacia.
El objetivo de dicha organización, formada hace dos años, es impedir que se implemente en el país la industria minera, debido a los diversos perjuicios que implica para el medio ambiente y la salud de la comunidad.
El coordinador general de la entidad, Rodolfo Calles, manifestó que el concepto de minería verde como tal no existe, pero ha sido acuñado por un grupo de compañías que buscan expandir sus negocios con dicha explotación, asegurando que se ha implementado en una diversidad de países desarrollados, proponiéndola como una fuente de empleo inofensiva al ecosistema.
Esta junta de empresas se hace llamar Mesa Nacional por la Minería Verde, aunque las firmas que la integran prefieren no identificarse. “Si se tratara de algo bueno no tendrían por qué ocultarse”, asevera Calles.
Tras las protestas de ecologistas y, sobre todo, de amplias capas de la población que se vería afectada por la instalación de minas, se ha iniciado una fuerte campaña en favor de lo que las empresas mineras llaman la minería verde. Incluso en medios que editorialmente están contra la minería se han algunos de estos anuncios por no restringir la libertad en el campo de la publicidad. Pero ello no implica que haya apoyo a la minería. Sobre este tema, pues, es importante exponer algunos puntos.
En primer lugar sobre la misma propaganda y en segundo lugar sobre la conveniencia o no de que aumente sistemáticamente la presencia de compañías mineras en El Salvador.La propaganda de la minería verde presenta a las explotaciones mineras como una fuente de desarrollo sin ningún efecto secundario adverso al medio ambiente o a la salud de las personas. En eso hay evidentemente una mentira. Aunque los efectos nocivos pueden paliarse y reducirse, el medio ambiente posterior a la explotación minera no es el mismo que había antes de iniciarse el trabajo en la mina. Esto deberían reconocerlo las empresas mineras y no pagar una propaganda que en su conjunto oculta esa verdad. Puede ser que en algunos casos la relación beneficio-daño esté a favor de la economía de un país y se pueda, o incluso se deba, optar por la minería. Pero presentar la minería como totalmente ecológica es simplemente una mentira.La propaganda en favor de las minas, además, presenta especialmente a los países con gobiernos políticamente de izquierda en América Latina como ejemplo de que lo que se hace en Venezuela, Bolivia o Cuba puede hacerse también en El Salvador.
Nada más incorrecto que ese tipo de ecuación. Es como querer convencer a la población salvadoreña, que no quiere militares en el poder, que acepte a un candidato de esa condición sólo porque Chávez gobierna en Venezuela. Para aceptar la minería hay que ver primero las condiciones de El Salvador, que no son las mismas que las de los países antes referidos. Ni tenemos la misma extensión territorial, ni la misma densidad de población, ni la misma geografía, ni los mismos condicionamientos legales. Querer extraer lecciones de otros países, sean de la ideología que sean, sin tener en cuenta la propia realidad, no es más que una vulgar manipulación.Y por eso hay que analizar la minería en el contexto de El Salvador. Vivimos en un país muy pequeño. Con una sola gran cuenca fluvial, la del Lempa, al que irían a parar cualquiera que fueran los vertidos de las minas. Un país muy fácil de contaminar en su conjunto. Un país además ya bastante depredado por la contaminación, la deforestación y el deterioro de los suelos y las aguas. Para colmo de males con una ley de medio ambiente insuficiente, y que pone en manos de las compañía interesadas la facultad de hacer el estudio de impacto ambiental. Y todo ello sin tener la capacidad los técnicos propios del Ministerio del Medio Ambiente de verificar si es cierto o no lo que dicen las compañías. En otras palabras, que los peligros son muchos y las garantías son mínimas.Por si esto fuera poco las compañías mineras ofrecen una participación mínima, casi nula, en las ganancias que se obtendrían de la explotación minera. La experiencia histórica nos enseña, además, que cuando las compañías mineras abandonan sus explotaciones, la gente del entorno queda más pobre que antes de que las Compañías llegaran.
Basta llegar al pueblo de mineros que estaba en la base de las minas cercanas a Tegucigalpa que explotaba la Rosario Mining Company en su momento. Ciertamente no es con propaganda repetitiva y mentirosa que se pueden contrarrestar estos argumentos.Si las Compañías mineras dijeran que contratarán a instituciones independientes, con observación y monitoreo nacional, para estudiar el impacto ambiental podríamos pensar que hay un mínimo de buena voluntad. Pero aun así, dados los riesgos de accidentes, y de que la mayoría de las explotaciones están prácticamente en la parte superior del Lempa, es muy difícil aceptar que las mineras vayan a proporcionar desarrollo.Se trata de un patrimonio nacional que se quiere comprar a precio de me lo llevo, con una retribución ridículamente pequeña, por mucho que se hable de pagar cuatro veces el salario mínimo y hacer algunas tareas de reforestación. Un patrimonio no renovable que hoy por hoy es un activo y una riqueza almacenada del país, se lo quieren llevar una serie de empresas llevándose ellas la mejor tajada. Y no una tajada del 30%, que ya es de por sí desproporcionada. Sino del 90% o más. En general nuestros empresarios aspiran a una ganancia del 20, ó 25% sobres su propia inversión.Los bancos prestan incluso al 9 y 10% y ganan dinero. Pero estas compañía mineras, independientemente de la inversión que hagan, quieren llevarse más del 90% de la ganancia que pueden producir minerales que son patrimonio salvadoreño. Una real estafa y un verdadero robo del patrimonio nacional, independientemente del color verde, rojo o amarillo con que lo pinten.La Conferencia Episcopal de El Salvador, con razón temerosa de los riesgos que la minería implica, se ha pronunciado en contra de la misma.
Los pobres del país, especialmente los que viven cerca de las posibles explotaciones mineras, se sienten golpeados por la tentación de unas ofertas monetarias de salarios que, aunque sean mejores que el promedio, siempre serán pequeñas para la dureza del trabajo y los riesgos de enfermedad que el trabajo en la mina implica. Y por otra parte preocupados por la explotación de los cerros de donde extraen el agua, por la contaminación y la enfermedad que la minería conlleva. Verdaderas obras de ingeniería, construidas con el sudor de la gente, y podemos mencionar casos concretos en Chalatenango, como el de las poblaciones cercanas al Eramón, quedarían en riesgo de surtir a las comunidades o con mucha menos agua, o con agua simplemente contaminada. Si ni siquiera somos capaces de controlar a una fábrica concreta, como la de baterías Récord, tan pequeña en comparación con las mineras, ¿tendremos la capacidad de controlar a estas transnacionales?.
Ante la presión de las mineras, que continúan con su bombardeo publicitario, es más importante ahora el decir un no rotundo. De lo contrario ya conocemos a nuestros funcionarios, que con apoyo, cuando no coima, por acá, amenaza por allá con el CAFTA, y promesas empapadas en falsedades, pueden ir cediendo ante lo que no es sino una nueva versión de la explotación y el despojo colonial.
lunes, 6 de julio de 2009
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